lunes, 14 de octubre de 2013

Acquosidad


 
La indelicadeza es una voz que se ahoga en el silencio. Y siento ahora, sentado en esta silla de mimbres rotos por el tiempo, la mirada acuosa de un cenicero lleno de cenizas de cigarrillos no fumados, ni tan siquiera encendidos, apagados, yertos, en la bruma del reflejo de una imagen, en el espejo que no lo es.
Ahí sueño, en ella, con algo que no veo, que no… Porque alrededor de algo apenas hay. Y aun así, ya, me alejo, me dejo entre las aleatorias volutas de eso que no sé que es, y que no quiero, no por incierto sino por ciego, por ausente. Porque siento que entre la nada solo habita el cieno. Por eso, solo por eso, solo por eso.