domingo, 29 de diciembre de 2013

Desinencia

Desde el Mulhacén (subiendo).
 
No siempre calma el desasosiego la contemplación del espacio vacío, la nada, el silencio como forma o cualquier otro elemento, en un intento de aislarse o ausentarse de uno mismo, de incluirse dentro de uno, de casi saciarse de sí.
Es, siento, como inmolarse en las ausencias de los amores perdidos, de los irredentos. Un suicidio lento, agónico, vivido.

lunes, 14 de octubre de 2013

Acquosidad


 
La indelicadeza es una voz que se ahoga en el silencio. Y siento ahora, sentado en esta silla de mimbres rotos por el tiempo, la mirada acuosa de un cenicero lleno de cenizas de cigarrillos no fumados, ni tan siquiera encendidos, apagados, yertos, en la bruma del reflejo de una imagen, en el espejo que no lo es.
Ahí sueño, en ella, con algo que no veo, que no… Porque alrededor de algo apenas hay. Y aun así, ya, me alejo, me dejo entre las aleatorias volutas de eso que no sé que es, y que no quiero, no por incierto sino por ciego, por ausente. Porque siento que entre la nada solo habita el cieno. Por eso, solo por eso, solo por eso.

martes, 23 de abril de 2013

Tullidos


 
Miguel Ángel Buonarotti. "Moisés"
 
Como en todo inicio de algo o de alguien, sobre todo si es de rompimiento, los primeros pasos suelen ser lentos, titubeantes y, en ocasiones, con tropiezos. ¿Debiéramos ser más comedidos en ellos? Más permisivos, menos arrogantes en su supervisión, más humanos, más viejos.
Añoramos la niñez, y cuando lo hacemos sólo es desde el desconocimiento; pero en su esencia, tan sólo cuando somos viejos, cuando realmente la comprendemos. Mientras, sólo queremos comercio, posesión, sin entender que es sólo ser sin ser, solo estar, y en la mayoría de los casos ni eso.
Ser adulto solo es un escaparate donde acumulamos objetos que exponemos, materia, mientras desperdiciamos lo realmente importante, el tiempo. Ser viejo es un placer, cuando sabemos serlo, pero ser niño sólo está al alcance de ellos y de los pocos que, como ellos, saben valorar el tiempo, algunos viejos.
El resto somos seres tullidos de alma, elementales, sin tiempo.

viernes, 18 de enero de 2013

Entre gotas de una lluvia de otoño

Mientras soñaba una lluvia de reflejos sobre cristales rotos en la seda de un lago quieto donde una rana croaba enamorada  al desdén de un viento ingenuo y antiguo que nada le decía cuando junto a ella pasaba y aun así seguía arrobada en el canto que regalaba sin pedir a cambio siquiera una mirada o un leve desvío de pensamiento o quizás una caricia tan solo que fuese lo suficientemente delicada como para sentir que para él en algún momento sería, me sentí ella, sentí lo que ella sentía, me sentí vivo, me sentí más yo que jamás lo había sido y probablemente sería.