viernes, 14 de diciembre de 2012

No y nada y solo

 
En las carcomidas maderas del barco de los espurios habitan las cucarachas, entre la putridez de los húmedos restos de alimentos desechados. Y no y necio y solo, alguien asciende una espiral bajo el espectro  de la luminosa timidez de un rayo clavado en su lengua glacial, junto a miles de seres enhiestos, cubiertos por mantos, de desgastado aspecto, tejidos por manos de niños tullidos, de niños turbados, junto a almas que nadan al lado de barcas cruzadas por barqueros ciegos en busca de anclados cerberos a la tierra, en espera de un óbolo que nunca llega.
En la tierra vacía, el hombre brega, ciego, alucinado, en busca de nada, olvidado.