Silentium est aureum; y de eso nunca supo, ni sabrá, lo vulgar. Dejó caer una lágrima, sólo una lágrima, sobre aquel mar de tristeza. No merecía más, ni una más. tal vez ni tan siquiera aquella.
Miré el agua para verterme, para entregarme, para sentir su caricia sobre el rostro, para lavar mi alma. Quisiera... Hay tantos quisiera que se escapan, que se pierden como gotas de rocío en la mañana. Quisiera... Y sin embargo puedo -entre azahar, entre colores- sentir sintiendo. Es el juego de la vida, y sin embargo... Quisiera mirar el agua para verterme.